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martes, 8 de mayo de 2018

NUESTRA SEÑORA DE LUJAN - 8 de Mayo


NUESTRA SEÑORA DE LUJÁN

Advocación Mariana

Su día: 8 de Mayo

Patrona: de Argentina

Un hacendado portugués, Antonio Farías de Sá, vecino de la ciudad de Córdoba del Tucumán, encargó a un paisano suyo, residente en Pernambuco (Brasil), una imagen de la Virgen María en la advocación del misterio de la Purísima Concepción para ser expuesta a la veneración en la capilla que estaba construyendo en su estancia del pago de Sumampa (Santiago del Estero). Desde Brasil se le envió la imagen pedida y otra más de la Maternidad de la Virgen, acondicionadas separadamente en dos cajones, que desde el puerto de Pernambuco fueron transportadas a Buenos Aires en el navío del capitán Andrea Juan, el cual arribó a destino por el mes de marzo de 1630.
En el camino real a Córdoba, allá por principios del mes de mayo, cuando la tropa de carretas se encontraba a orillas del Río Luján, en un paraje denominado del “Árbol sólo”, la imagen que representaba la Inmaculada Concepción determinó quedarse milagrosamente en aquel lugar para amparo y veneración de los pobladores de la zona. Convirtiéndose con el paso de los años en Patrona del antiguo Virreinato del Río de la Plata; y luego de las repúblicas hermanas de Argentina, Uruguay y Paraguay.

   Los bueyes de la carreta que transportaba las imágenes en un momento no pudieron siquiera moverse. Descargado una de los cajones continuaba sucediendo lo mismo. Pero al hacerlo con el que contenía la Inmaculada Concepción, la carreta rodó sin dificultad alguna. Lo mismo sucedió cuando colocaron arriba el otro cajón con la Maternidad, por lo que continuaron el viaje con ella sola hasta su destino final, los pagos de Sumampa. Este es precisamente el origen del Santuario de Ntra. Sra. de la Consolación de Sumampa, en la provincia de Santiago del Estero, compañera de viaje de la Inmaculada Concepción de Luján.

    El primer sentimiento que embargó el corazón de los troperos y demás personas presentes fue el asombro; y después de las consabidas demostraciones de devoción y respeto, entendiendo que aquella imagen de la Purísima Concepción deseaba quedarse en ese preciso lugar, resolvieron trasladar a la casa de la estancia de la familia Rosendo. Se trataba de la población más próxima a la vera del camino real, llamada también entonces, por su ocupante actual, de Bernabé González Filiano. Allí la depositaron, en el mejor lugar de la vivienda, y le improvisaron un precario altar, donde comenzó a ser venerada la Santa Imagen.


ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LUJÁN

“Virgen de Luján, Madre de los pobres y de los humildes, de los que sufren y esperan”.


Madre buena que serenas nuestros corazones y nos hablas de tu Hijo en el corazón. Hoy nos ponemos en tu presencia, recordando las palabras de Jesús que dicen: “He aquí tu Madre”; y así te sentimos, María como nuestra Madre y nuestra Señora. Sólo te pedimos que nos mires y nos escuches.

Tenemos muchas cosas que decirte, muchas penas que contarte, muchas gracias que pedirte. Por nosotros, por nuestras familias, por nuestros países, por nuestra Iglesia.

Somos jóvenes y adultos, hombres y mujeres que desean vivir en este mundo con el corazón puesto en Dios, como Tu Hijo nos pide. Aprovechando el tiempo que nos ha sido dado, queremos vivir con fidelidad serena, fuerte y humilde. Tenemos dentro nuestro la señal de  fuego del Espíritu Santo y somos enviados para anunciar a todos la Buena Noticia del Reino: el amor del Padre.

Advertimos los desafíos que este mundo nos presenta. Y ponemos en tu corazón nuestras angustias, nuestra esperanza, nuestros dolores y nuestras alegrías.

Danos un gran espíritu contemplativo para comprender la pobreza de los hombres y el dolor de los pueblos, una gran disponibilidad a acoger la Palabra de Dios y a llevarla a la práctica, una serena fortaleza para abrazar la Cruz y una capacidad llena de alegría en el empeño al servicio de nuestros hermanos.

Queremos amar intensamente a la Iglesia y vivir en comunión profunda con nuestros Pastores. Que seamos orantes y misioneros. Que sepamos acoger la Palabra de Dios y contemplarla, llevarla a la práctica y comunicarla con el fuego del Espíritu.

Danos la fuerza para que no tengamos miedo de la Cruz ni del martirio. Qué sólo vivamos con la alegría de la santidad. Y danos la gracia de tener un corazón puro para hacer a un lado nuestros propios deseos y solo decir como lo hiciste tú: Hágase en mi según tu palabra!


Amen!
Tomado de: Juan Guillermo Durán, ‘De la frontera a la Villa de Luján. Los comienzos de la gran Basílica. Jorge María Salvaire, CM (1890-1899)’.

Oraciones: Santavirgenmaria.com 






vena de la Virgen

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