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sábado, 4 de octubre de 2014

4 de Octubre Francisco de Asís



Francisco de Asís 4 de Octubre

Nombre: Giovanni di Pietro Bernardone
Nacimiento: 1181/1182 Asís (Italia)
Fallecimiento: 3 de octubre de 1226 a los 44 años (Asís, Italia)

Luego de una juventud llena de diversiones, decidió renunciar a todos sus bienes paternos y se entregó por completo a Dios y se abrazó la pobreza. Fundó una Orden de frailes y su primera seguidora fue mujer, Santa Clara. La Santa Sede aprobó las normas que daba a sus seguidores. Es el Santo más popular entre católicos y protestantes e incluso los no cristianos. Impactó mucho su vida de pobreza, la castidad y la obediencia pura a la fe.  

Su vida religiosa fue austera y simple, por lo que animaba a sus seguidores a hacerlo de igual manera. Tal forma de vivir no fue aceptada por algunos de los nuevos miembros de la orden mientras ésta crecía; aun así, Francisco no fue reticente a una reorganización. Es el primer caso conocido en la historia de estigmatizaciones visibles y externas.

Cuando tenía 20 años, estalló la discordia entre las ciudades de Perugia y Asís, y en la guerra, y cayó prisionero de los peruginos. Estuvo 1 año en prisión la soportó alegremente. Cuando recobró la libertad, cayó gravemente enfermo. La enfermedad, en la que el joven probó una vez más su paciencia, fortaleció y maduró su espíritu. Cuando se sintió con fuerzas suficientes, determinó ir a combatir en el ejército de Galterío y Briena, en el sur de Italia. Con ese fin, se compró una costosa armadura y un hermoso manto. Pero un día en que paseaba ataviado con su nuevo atuendo, se topó con un caballero mal vestido que había caído en la pobreza; movido a compasión ante aquel infortunio, Francisco cambió sus ricos vestidos por los del caballero pobre. Esa noche vio en sueños un espléndido palacio con salas colmadas de armas, sobre las cuales se hallaba grabado el signo de la cruz y le pareció oír una voz que le decía que esas armas le pertenecían a él y a sus soldados.

Francisco partió a Apulia con la seguridad de triunfar, pero nunca llegó al frente de batalla. En Espoleto, ciudad del camino de Asís a Roma, enfermó de nuevo y, durante la enfermedad, oyó una voz celestial que le exhortaba a "servir al amo y no al siervo". Al principio volvió a su antigua vida, aunque tomándola menos a la ligera. La gente, al verle ensimismado, le decían que estaba enamorado. "Sí", replicaba Francisco, "voy a casarme con una joven más bella y más noble que todas las que conocéis". Poco a poco, con mucha oración, fue concibiendo el deseo de vender todos sus bienes y comprar la perla preciosa de la que habla el Evangelio.

Aunque ignoraba lo que tenía que hacer para ello, una serie de claras inspiraciones sobrenaturales le hizo comprender que la batalla espiritual empieza por la mortificación y la victoria sobre los instintos. Paseándose en cierta ocasión a caballo por la llanura de Asís, encontró a un leproso. Las llagas del mendigo aterrorizaron a Francisco; pero, en vez de huir, se acercó al leproso, que le tendía la mano para recibir una limosna. Francisco comprendió que había llegado el momento de dar el paso al amor radical de Dios. A pesar de su repulsa natural a los leprosos, venció su voluntad, se le acercó y le dio un beso. Aquello cambió su vida. Fue un gesto movido por el Espíritu Santo, pidiéndole a Francisco una calidad de entrega, un "sí" que distingue a los santos de los mediocres.


San Buenaventura nos dice que después de este evento, Francisco frecuentaba lugares apartados donde se lamentaba y lloraba por sus pecados. Desahogando su alma fue escuchado por el Señor. Un día, mientras oraba, se le apareció Jesús crucificado. La memoria de la pasión del Señor se grabó en su corazón de tal forma, que cada vez que pensaba en ello, no podía contener sus lágrimas y sollozos.

Comenzó a visitar y servir a enfermos en hospitales. Regalaba a los pobres sus vestidos, otras, el dinero que llevaba. Les servía devotamente, porque el profeta Isaías nos dice que Cristo crucificado fue despreciado y tratado como un leproso. De este modo desarrollaba su espíritu de pobreza, su profundo sentido de humildad y su gran compasión. En cierta ocasión, mientras oraba en la iglesia de San Damián en las afueras de Asís, le pareció que el crucifijo le repetía tres veces: "Francisco, repara mi casa, pues ya ves que está en ruinas".

Al ver que la iglesia estaba en muy mal estado, creyó que el Señor quería que la reparase; así que tomó una buena cantidad de vestidos de la tienda de su padre y los vendió junto con su caballo. Enseguida llevó el dinero al pobre sacerdote que se encargaba de la iglesia de San Damián, y le pidió permiso de quedarse a vivir con él. El buen sacerdote consintió en que Francisco se quedase con él, pero se negó a aceptar el dinero. El joven lo depositó en el alféizar de la ventana. Pedro Bernardone, al enterarse de lo que había hecho su hijo, se dirigió indignado a San Damián. Pero Francisco había tenido buen cuidado de ocultarse.

Luego de pasar días en oración y ayuno, volvió al pueblo, pero estaba tan desfigurado y mal vestido, que la gente se burlaba de él como si fuese un loco. Pedro Bernardone, muy desconcertado por la conducta de su hijo, le condujo a su casa, le golpeó furiosamente (Francisco tenía entonces 25 años), le puso grillos en los pies y le encerró en una habitación.

La madre de Francisco se encargó de ponerle en libertad cuando su marido se hallaba ausente y el joven retornó a San Damián. Su padre fue de nuevo a buscarle ahí, le golpeó en la cabeza y le conminó a volver inmediatamente a su casa o a renunciar a su herencia y pagarle el precio de los vestidos que le había tomado. Francisco no tuvo dificultad alguna en renunciar a la herencia, pero dijo a su padre que el dinero de los vestidos pertenecía a Dios y a los pobres.

Su padre le obligó a comparecer ante el obispo Guido de Asís, quien exhortó al joven a devolver el dinero y a tener confianza en Dios: "Dios no desea que su Iglesia goce de bienes injustamente adquiridos". Francisco obedeció a la letra la orden del obispo y añadió: "Los vestidos que llevo puestos pertenecen también a mi padre, de suerte que tengo que devolvérselos". Acto seguido se desnudó y entregó sus vestidos a su padre, diciéndole alegremente: "Hasta ahora tú has sido mi padre en la tierra. Pero en adelante podré decir: “Padre nuestro, que estás en los cielos”.' Pedro Bernardone abandonó el palacio episcopal "temblando de indignación y profundamente lastimado".


El Obispo regaló a Francisco un viejo vestido de labrador, que pertenecía a uno de sus siervos. Francisco recibió la primera limosna de su vida con gran agradecimiento, trazó la señal de la cruz sobre el vestido con un trozo de tiza y se lo puso.

El Papa Francisco eligió su nombre inspirado en él
http://el-angel-del-dia.blogspot.com/2014/10/papa-francisco-explica-por-que-eligio-este-nombre.html






Milagros de san Francisco de Asís


  • La sanación del leproso: San Francisco de Asís le lavó la piel a un hombre que tenía lepra, rezó para que el demonio que lo atormentaba se alejara y dejara libre su alma. Entonces la piel del hombre leproso comenzó a sanar, y su alma también. Cuando el hombre se dio cuenta de que estaba sanando, se arrepintió de sus pecados y comenzó a llorar.
  • La transformación de los ladrones: Tres ladrones robaron comida y bebida del monasterio de San Francisco de Asís, pero en lugar de enojarse comenzó a rezar por el alma de los 3 ladrones y mandó a uno de los monjes a discuplarse por "haberlos tratado mal". Los ladrones no entendían nada y conmovidos por este comportamiento decidieron unirse a la orden franciscana y pasaron el resto de sus vidas sirviendo a Dios y los demás.
  • Milagros con aves: San Francisco de Asís amaba tanto a los animales que los veía como criaturas divinas de Dios y semejantes a las personas. En una oportunidad fue descubierto predicando a las aves que escuchaban sus sermones. Las aves no se iban hasta que él les daba la bendición.
  • El encuentro con el lobo feroz: En las cercanías de un pueblo donde vivía San Francisco de Asís, apareció un lobo que estaba aterrorizando a las personas y matando a los animales. San Francisco decidió ir a encontrar al lobo de frente y hablar con él. Ante un grupo de personas, el lobo se puso en posición de ataque, pero Francisco se puso a rezar y hacer la señal de la cruz. Entonces se le acercó al lobo y le ordenó en nombre de Jesucristo que no le hiciera daño a él ni a las personas del pueblo. El lobo se calmó y empezó a acercársele al Santo, hasta que llegó a acostarse a sus pies. Así Francisco le pidió al lobo que no hiciera daño y le ofreció que la gente del pueblo lo alimentaría a cambio de su compromiso de no atacar a los animales y a la gente. El lobo milagrosamente le dio la mano al santo para sellar el pacto en una manifestación increíble de su dón.



Patrono de animales, medio ambiente, comerciantes (en particular fabricantes de telas, sastres y tejedores), belenismo, Italia, Filipinas, Quito (Ecuador), Meycauayan (Filipinas), Arribeños (Argentina), San Francisco (Argentina), Telchac Pueblo (México), Tlaltenco (México), California, EEUU.


Oración
Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz .
Donde hay odio, que lleve yo el Amor.
Donde haya ofensa, que lleve yo el  Perdón.
Donde haya discordia, que lleve yo la Unión.
Donde haya duda, que lleve yo la Fe.
Donde haya error, que lleve yo la Verdad. 
Donde haya desesperación, 
que lleve yo la Alegría.
Donde haya tinieblas, que lleve yo la Luz.

Oh, Maestro, haced que yo no busque 
tanto ser consolado, sino consolar;
ser comprendido, sino comprender;
ser amado, como amar.

Porque es dando , que se recibe;
Perdonando, que se es perdonado;
Muriendo, que se resucita a la
Vida Eterna.

Película:


Fuentes consultadas

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